Editoriales
La Resiliencia Mal Entendida: Un Llamado a la Unión Nacional
En muchas sociedades democráticas que han enfrentado décadas de violencia, narcotráfico, corrupción y desigualdad, la capacidad de resistir y seguir adelante se ha convertido en un hábito colectivo. Este patrón de “sufrir y continuar” ha sido durante años un signo de fortaleza y supervivencia. Sin embargo, cuando esta resiliencia se convierte en indiferencia, el daño puede ser más profundo de lo que parece
En países como Colombia, esta repetición constante de crisis ha llevado a una normalización del caos. Nos acostumbramos a que pasen cosas graves —escándalos de corrupción, abusos de poder, desigualdad rampante— sin que haya consecuencias reales. La gente se resigna, cada uno busca su propio camino, su salvación personal. Se vuelve común escuchar frases como: “Acá siempre es igual, nada cambia”. Y así, lentamente, caemos en un letargo peligroso: el de la apatía.
Esa apatía es la que nos aleja del voto, de la participación ciudadana, de la idea misma de transformación. El país se convierte en una “selva” donde cada quien se defiende como puede, y el sentido de comunidad se diluye. Nos polarizamos: ricos contra pobres, empresarios contra empleados, izquierda contra derecha. Perdemos la visión de país y nos enfocamos en la lucha del día a día, olvidando que el verdadero progreso no es individual, sino colectivo.
¿Por qué Japón, tras quedar totalmente destruido por la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en una de las potencias económicas y tecnológicas del mundo? Porque su pueblo se unió bajo un mismo propósito. Fueron obedientes, solidarios, empáticos. Cada ciudadano entendió que el bienestar del país era también el suyo propio. Trabajaron juntos, más allá de diferencias políticas o sociales, y construyeron una nación modelo.
Esa es la lección que debemos aprender. Colombia necesita dejar atrás la polarización. Necesitamos dejar de ver al otro como enemigo y empezar a verlo como aliado. Requiere empatía, tolerancia y, sobre todo, unión. Si cada uno sigue buscando solo su propio beneficio, el país no avanzará. Pero si construimos un plan común, una visión compartida de futuro, y todos trabajamos por ella, entonces sí será posible el cambio.
No se trata de olvidar los problemas, sino de no acostumbrarnos a ellos. Se trata de dejar de resistir en soledad para empezar a construir en conjunto. Porque solo unidos podemos salir del ciclo de estancamiento y avanzar hacia el país que merecemos.
Entendamos que en cada lugar donde nos desarrollamos, llámese hogar, vecindario, empresa, lugar de esparcimiento o diversión, en cada sitio debemos velar por ser buenas personas, la empatía creo que es la mejor forma de vivir en comunidad, debemos convivir por un modelo de país y no polarizar a diario, lo que nos deja en un proceso de discusión permanente; Olvidemos el pasado, dejemos de echar la culpa a lo que ya ocurrió, toca mirar el futuro, pero en este país pareciera eu hasta “el pasado es incierto” nos dedicamos a ver porque sucedió y no a ver como avanzamos, y esto se ve no solo a nivel país, sino a nivel empresarial y hasta a nivel familiar. Esta editorial es un llamado a la empatía, la tolerancia y la búsqueda de un futuro común desde cada espacio donde estemos, por mas pequeño que sea debe ser un deber ciudadano buscar el bienestar de todos y aportar un grano de arena para sacar el país adelante.
Andres Hoyos
Mayo 2025